CON EL BUEN TIEMPO VOLVEMOS A LA MONTAÑA

La llegada del buen tiempo, junto con el cambio horario de verano, representa para muchos senderistas el inicio de la temporada de montaña. Pero antes, seguir unas simples rutinas puede hacer que nuestro regreso al deporte al aire libre sea mucho más satisfactorio

Una de las primeras cosas que conviene hacer es repasar toda la ropa y el material de montaña. Hace meses que no lo utilizamos, así que no está de más ver si todo está como lo recordamos. Puede que aquella cantimplora que pierde agua, los guantes con un roto imposible o el impermeable que ya deja traspasar la lluvia sigan en nuestro armario… aunque el año pasado ya habíamos decidido que tocaba cambio. Que las pilas de la linterna se hayan acabado o que el botiquín de primeros auxilios tenga productos caducados son otras de las sorpresas que podemos encontrarnos el día de nuestra primera salida si no revisamos bien todo lo necesario.

El estado de forma física en el que nos encontremos es otro de los factores decisivos para la vuelta a la montaña. Un día de ruta supone muchas horas caminando, manteniendo un ritmo constante que solo va siendo alterado por los desniveles del terreno, el tiempo y el cansancio acumulado. Aunque hayamos estado yendo al gimnasio durante todo el invierno, conviene que nos entrenemos algo al aire libre. Salir a correr, caminar cada día o hacer bicicleta son actividades que ayudan a preparar nuestro corazón para mantener un ritmo constante y adecuado, además de fortalecer las piernas.

También conviene pensar en el día después de la excursión. La vuelta a la montaña no debería dejarnos tan cansados que el lunes no nos podamos mover. Podemos seguir algunos consejos para evitar las terribles agujetas que todos hemos sufrido en alguna ocasión. Dejando a un lado el agua con azúcar y otros remedios, lo mejor es hacer una buena sesión de estiramientos focalizados en las piernas.

Y si las piernas son nuestra principal herramienta, debemos pensar también en los pies, que con un calzado más rígido del que suelen usar, aguantarán nuestro peso durante horas. Podemos cuidarlos y prepararlos para la dura tarea aplicando antes de la excursión algún gel refrescante que evite el recalentamiento durante el día y una crema balsámica que relaje y tonifique nuestros pies al regresar a casa.

Que el día escogido luzca el sol o que la ruta no sea demasiado exigente después de una temporada de inactividad son algunos elementos más a tener en cuenta… y cómo no, la buena compañía.

Escrito Por: http://blog.entremontanas.com/de-vuelta-a-la-montana.php